Entre aportes públicos y privados, la remodelación del Teatro Santander ya suma más de $ 20.000 millones. Con tal inversión se pretenden ejecutar las obras de restauración y adecuación cuanto antes, para permitir que los bumangueses, a finales de este año,  puedan disfrutar del remodelado escenario.  

 

La Alcaldía de Bucaramanga invirtió $2.000 millones, que fueron utilizados para avanzar en la construcción de la estructura, las cubiertas y la adquisición del aire acondicionado. Por su parte, FONTUR y el Ministerio de Industria y Comercio contribuyeron con $3.325 millones, que mediante una licitación fueron adjudicados para realizar la mampostería, placas, pisos y redes.

 

A su vez, el Ministerio de Cultura legaliza la adquisición de las sillas, que cuestan alrededor de $1.200 millones; la Gobernación de Santander, por medio de una licitación pública, pagará la construcción de las redes, que costaron $1.902 millones, y la ESSA, con su aporte de $4.000 mil millones, le otorgó por comodato el predio conocido como Café Centenario. 

 

Entre las preocupaciones que existen sobre los posibles riesgos que puede correr la millonaria inversión del Teatro se destaca que sea mínima la asistencia de los ciudadanos de Bucaramanga y su Área Metropolitana. Una de las razones es que las condiciones de marginalidad y pobreza continúan en la zona y esto alejaría a los asistentes por eventuales problemas de seguridad.

 

Ante esta situación, Antonio José Díaz Ardila, Director Ejecutivo de la Fundación del Teatro Santander, indicó que lo ideal sería renovar todo el sector, para que estas problemáticas disminuyan. “Lo que nosotros queremos es rescatar el centro, aprovechando que la Alcaldía hizo un esfuerzo enorme, primero con los vendedores ambulantes y luego con la pintada de las fachadas… pero habrá que mirar si eso es un plan completo de renovación del centro”.

 

De ser posible la inauguración del Teatro Santander, como está prevista para finales de este año, la administración del Alcalde Luis Francisco Bohórquez tendría que trabajar de la mano con la ciudadanía del sector y los encargados de ejecutar las obras respectivas, para alcanzar la tan anhelada renovación urbana y social, pues de lo contrario, los riesgos de tener la réplica de un teatro como el Colón en Bogotá, serían inminentes.