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Lebrija: Pegado a lo Bueno, Viene lo Malo

Por: Aracely López

Con el paso del tiempo, la ubicación de este municipio ha sido estratégica para que muchas personas vean en sus tierras una buena opción de negocio, lo cual ha generado un desarrollo económico alto pero también ha incrementado la inseguridad.

Debido a su ubicación estratégica para el comercio, Lebrija en los años 40 y 50 adquirió el título de centro condensador de mercancías, en especial de café llegándose a considerar equivocadamente como un gran productor cuando solo era receptor, según cuenta Gilberto Herrera, habitante en aquellos años de Lebrija. En consecuencia este municipio se volvió un “puerto de paso”, del que entraba y salía gente de otros pueblos de Santander, en especial de San Vicente y Betulia.

 

Con el desarrollo de este nuevo panorama y a partir de 1960 algunas familias de otras partes como San Gil, el Socorro y Barichara empezaron a llegar y a establecerse en el pueblo, ya que como bien dicen algunos pobladores de la zona, para esa época, el suelo era un diamante en bruto y ellos si lo vieron. Es éste el caso del socorrano Guillermo Pérez quien fue el encargado de masificar los cultivos de piña que hasta ese momento se hacían para suplir las necesidades familiares o para ofrecer en la iglesia y los nuevos usos dados a la materia orgánica del café y el arroz.

 

Sumado a lo anterior, también aparece como factor detonante para el crecimiento de la población de este municipio, la creación de la vía Bucaramanga-Lebrija. La cual, permitió la ampliación de la oferta de productos del mercado como los cítricos y la madera; y que junto con el buen clima del que gozaba este pueblo por su ubicación, la nueva población se instauró definitivamente. Paralelo a esto, los finqueros empezaron a trabajar en conjunto con las administraciones locales para hacer vías internas que facilitaran el transporte de sus productos hacia el casco urbano.

 

De otra parte, esta fuerte oleada de inmigraciones hizo que la dinámica del campo cambiara ya que se incrementó su explotación con los nuevos cultivos agrícolas; surgió la avicultura y se amplió la ganadería. En consecuencia esto generó nuevas demandas de productos por parte de la población campesina, para lo cual se crearon dentro del casco urbano puntos de mercado de productos industriales como las ferreterías, entre las cuales sobresale la de Comultrasan y la de la familia Herrera, quienes fueron las pioneras; veterinarias; y tiendas de consumo como la de Merco Pachito.

 

Gilberto Herrera contó que la industria avícola, generó una fuerte demanda de mano de obra que el municipio no suplió en totalidad, ya que por un lado sus habitantes no estaban capacitados para ese trabajo y por el otro habían adquirido fama de ladrones, por lo cual llegó mucha población de Málaga y la zona Guanentina. 

 

Con esto, se pasó de tener una población de unos 8.000 habitantes a tener cerca de 38.000, siendo este número determinante para que Lebrija abandonara sus comportamientos de pueblo pequeño, y asumiera los de una ciudad. Gilberto Herrera narró  que  “en Lebrija empezó a aparecer una gran cantidad de gente que migró muy rápido y el pueblo no logró asimilarla. Por lo tanto, la comunidad tradicional estalló, dejando con esto, una comunidad de inmigrantes de los cuales nadie conoce su historia, pero que sí tienen un sentido de identidad por su pueblo natal muy arraigado. Lo que pasó acá es lo mismo que pasa con un gamín de barrio cuando llega a un barrio que no es el suyo. Es decir, el llega a dormir en la noche, se mete en una casa, tuvo una necesidad, se cagó en la casa, y se movió para otro lado y mañana no va a dormir ahí. Eso es lo que sucede con mucha gente de Lebrija, llega por lo que busca, lo tiene y se va”.

 

Actualmente y debido a los megaproyectos que se están llevando en algunas partes aledañas a este pueblo como la represa Hidrosogamoso y la ampliación vial Lebrija-Barrancabermeja, el incremento de gente ha sido mayor en especial en veredas como la Renta, Lisboa y la Sufrada que son las más cercanas a la ejecución de las obras. El ingeniero Luis Felipe Díaz mencionó que la población de Lebrija ha crecido lo que crecería en 5 años, por lo tanto en 5 años crecerá lo de 10. La represa ha generado un pico de crecimiento muy alto que pronto se acabará, más del 50% de la población migrará de nuevo hacia otros lugares, de 2.500 familias quedarán tan solo 1.200 o 500 en el municipio.

 

Una de las consecuencias de estas obras, es el incremento del valor de la vivienda propia y el arriendo. Este último por su parte, ha mostrado un alza hasta del 50%, y las viviendas un 100%. Hasta hace 5 años se podían comprar casas en  50 millones, hoy en día oscilan entre los 100 y 150 millones de pesos. Debido a los valores elevados y a los pocos recursos económicos con los que cuentan los migrantes, se han presentado hacinamientos en diferentes viviendas del barrio el Pesebre, en el que se han llegado a arrendar habitaciones para 4 o 5 personas.

 

Esta alza de precios ha hecho que algunas personas quieran vender sus casas, pero dentro de estos se encuentran personas que viven en un barrio de interés social que fue construido por el Gobierno Nacional para atender a unas familias desplazadas que se ubicaron en una propiedad cerca al barrio la Popa. Esas casas no se pueden vender porque fueron construidas con los subsidios del Estado, el ingeniero Díaz dice que “hay gente que vive de eso, de invadir para que les den el subsidio y les den las casas y como subió el precio mucha gente quiere vender. A las personas no les hacen escritura pública sino promesa de compraventa, por tanto quienes compran no son dueños, sino  poseedores”.

 

Por otra parte, los temas concernientes al saneamiento básico, al agua potable y al alcantarillado han sido víctimas contundentes de la poca preparación que tenía Lebrija para albergar tantas personas, eso mismo piensa el Ingeniero Luis Felipe Díaz cuando dice que “el crecimiento que ha tenido el pueblo no se ve reflejado en los recursos que tiene”. Al mismo tiempo, mencionó que la administración tiene plena conciencia de esta dificultad, y se encuentra gestionando recursos con el Departamento y la Nación para mejorar la red de alcantarillado, la planta de tratamiento de agua y la represa a la que se le  pretende subir 1 metro de altura y hacerle un dragado para que el volumen aumente. El Ingeniero Díaz dijo que “la calidad de agua no sería tan buena pero todo el mundo tendría agua”.

 

Aunque estos proyectos y la llegada de nuevas personas ha traído cosas muy buenas para el municipio a nivel económico, no se puede desconocer la otra realidad que lo está agobiando, el incremento de la drogadicción, el alcoholismos, la prostitución y el hurto, son su otra cara y como bien dijo el Subteniente de la Policía Fabián Niño, “pegado de lo bueno viene lo malo, porque si hay movimientos de dinero pues hombre ahí va a estar el ladrón”.

 

Según el Subteniente Niño el principal foco de inseguridad se presenta en el barrio de interés social del cual se hablaba anteriormente, denominado Villa Paraíso, ya que allí hay gente desplazada, reinsertada, desempleada, drogadictos y personas que están acostumbradas a ganarse la vida fácil.

 

El Alcalde Javier Uribe Mota dijo que debido a la condición que tiene Lebrija de ser un pueblo de paso, el control de estas situaciones es muy difícil porque la gente entra y sale. En consecuencia muchas personas de Girón, Piedecuesta y Bucaramanga se desplazan hasta el municipio cometen los actos delincuenciales y se van.  Por el momento, la administración está firmando convenios con la Gobernación y el Fondo Nacional de Estupefacientes para atender los problemas más alarmantes, es decir los de drogadicción. 

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